lunes, 27 de junio de 2016

El Padre Almansa

EL PADRE

RAFAEL MANUEL

ALMANSA RIAÑO



(Nacido en Bogotá el 2 de agosto de 1840.

Muerto en Bogotá el 28 de junio de 1927)




HACIA EL HONOR DE LOS ALTARES

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El niño, con el hábito franciscano, curado de grave enfermedad 

Su madre, María del Rosario Riaño

Una de sus hermanas
                                              


Este santo sacerdote nació en Bogotá el 2 de agosto de 1840, cuando  era arzobispo de la ciudad monseñor Manuel José Mosquera y Arboleda y presidente de Colombia José Ignacio de Márquez. De  padres católicos muy fervorosos y de condición económica limitada  –Ambrosio y María del Rosario-  fue bautizado al día siguiente de su nacimiento en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Las Nieves. Su niñez transcurrió en el clima sereno y religioso de su familia: en contacto con la iglesia local, en la cual su  padre trabajaba como carpintero y sacristán, fue madurando la vocación a la vida sacerdotal el pequeño Rafael Manuel.                                           
El Arzobispo de Bogotá, Manuel José Mosquera y Arboleda (1835-1853)
 Tomás Cipriano, expresidente, perseguidor de la Iglesia y hermano del Arzobispo Mosquera


Aproximadamente a los doce o trece  años hizo su ingreso en la Orden de los Frailes Menores, en el convento de San Francisco, que se encontraba adosado a la casa en la cual él había nacido y  donde había transcurrido su infancia y su muy primera adolescencia. Llegado, sin obstáculos, a los estudios de teología, su progresivo y sereno involucramiento en el ámbito de la formación a la vida religiosa fue interrumpido en 1861 por la violenta revolución política, la cual desencadenó una verdadera y propia persecución contra la Iglesia y el clero colombiano. El principal responsable de la turbación de la vida de la Iglesia fue el general Tomás Cipriano de Mosquera y Arboleda, que fue presidente de la República por cuatro veces.   Paradójicamente, Tomás Cipriano era hermano del  arzobispo de Bogotá, Manuel José (1835-1853), que había sido exiliado de la patria en 1853 y quien murió, desterrado en Marsella, en su paso por Francia, camino de Roma. Así, la  Iglesia en Colombia no escapó a las durísimas e injustas leyes impuestas por los regímenes de la época en América y en Europa, expedidas bajo el pretexto de la libertad, pero que fueron en realidad movidas por un violento y ciego anticlericalismo, que, a veces,  terminó en brutal y sangrienta represión.

Por consiguiente, el joven seminarista se vio constreñido a poner de manifiesto  al propio superior franciscano  -reducido éste también al anonimato y al exilio-,  lo mismo que al arzobispo de Bogotá la necesidad de su partida, a expensas de los pequeños dineros de su madre, para la entonces lejanísima zona nororiental del País y a pedir al obispo de Nueva Pamplona ser acogido en su diócesis para terminar, también con esos dineros tan generosos de su madre, sus costosos estudios, y  poder  así recibir allí la ordenación sacerdotal. La complejidad de la situación política del tiempo y las sucesivas manifestaciones de anticlericalismo, las que se dieron repetidamente en el País suramericano, a menudo seguidas de la  destrucción, aconsejada por la prudencia, de documentación “comprometedora”, explican la dificultad de reconstruir, en forma detallada y completa,  el camino de formación del Padre Almansa, que fue, a pesar de todo  -como lo demuestra su posterior ministerio sacerdotal y su presencia de ánimo, ante las subsiguientes manifestaciones anticlericales- , sólido, amplio y seguro.
Nueva Pamplona, ciudad de su ordenación sacerdotal

 La Catedral de Pamplona, templo de su ordenación sacerdotal

Bucaramanga, su primer destino como sacerdote

La Iglesia de San Laureano. Aquí llegó como Vicario Parroquial

     
        
El obispo de  Nueva Pamplona, monseñor Bonifacio Antonio Tozcano, lo acogió, con benevolencia,  y  lo ordenó sacerdote el 27 de mayo de 1866: se conserva aún una fotografía  en que aparece vestido de fraile el día de su ordenación. Ya neosacerdote, fue enviado por el obispo  a la ciudad de Bucaramanga con el encargo de vicario parroquial de la parroquia de Sn. Laureano. El párroco era el  cohermano, padre Francisco Romero,  asimilado al clero local y famoso por  diversas iniciativas adelantadas no sólo en el terreno espiritual sino también en el desarrollo socio-económico  y cultural  de Colombia. En aquella diócesis el Padre Almansa permaneció  por espacio de trece años, hasta 1879: su actividad fue muy apreciada por la comunidad local. El ligamen espiritual y apostólico que logró instaurar con aquella porción del pueblo de Dios se destacó, en forma clamorosa, a tal punto que el Siervo de Dios, por fuerza también de la evolución positiva de las relaciones entre la Iglesia y el Estado en el país, gracias sobre todo a la actuación de los presidentes  Julián Trujillo y Rafael Núñez, comenzó a presentar a los obispos la petición  de regresar a su ciudad de origen, también así mismo para ponerse nuevamente  a disposición de su Orden religiosa.


Arzobispo de Bogotá Antonio Herrán (1855-1868), protector del Padre Almansa. Le dió las cartas dimisorias para ordenarse en Pamplona


Fray Rafael Almansa OFM, recién ordenado y con el hábito franciscano


Obispo de Pamplona, Bonifacio Antonio Tozcano, ordenante del Padre Almansa


                                                                            
De retorno a Bogotá,  se encargó, junto con sus cohermanos, en primer lugar  de la restauración y de la reorganización de la provincia, y, prioritariamente, de la consolidación estructural del convento de Sn. Francisco.
El edificante Fraile Menor, Padre Rafael Almansa,
famoso por sus virtudes y santidad.
                                
                      
 La personalidad humana y espiritual del Venerable Padre Almansa sirvió para que sus cohermanos lo escogieran como compañero de viaje del padre  Virgilio Rodríguez, quien  en Roma debía representar a la provincia franciscana de Santa Fe de Bogotá, bajo la advocación de san Juan Bautista, en el capítulo general convocado para Roma en 1895.  Fue esta la para el Siervo de Dios la ocasión de aprovechar la travesía oceánica : visitó la ciudad de Madrid, el santuario de la Virgen de Lourdes, la ciudad de París.

El padre Virgilio Rodríguez, compañero de viaje a Europa. Ambos visitaron al Papa León XIII

Fray Rafael Manuel Almansa Riaño, capellán de la iglesia de San Diego


El Superior General de la Orden Franciscana, Fray Bernardino a Portu Romatino

      
     
En Italia, fue a Roma, donde tuvo la posibilidad de encontrarse con los padres capitulares, con el papa León XIII, quien tanto contribuyera al relanzamiento del franciscanismo en la segunda mitad del siglo XIX, sea reformulando la regla de la Orden Tercera, sea con la ayuda concreta  y eficaz en favor de la unidad orgánica de la Primera Orden.  Estuvo, pues, en Asís. Con todas veras, en el curso del viaje a Italia, en una rápida ida a Venecia, tuvo también la posibilidad de encontrarse con el Patriarca, monseñor José Sarto, quien en 1903 llegó a ser Papa, con el nombre  de Pío X (hoy San Pío X).

Vuelto a Colombia, el Padre Almansa debió enfrentar algunas dificultades surgidas dentro de la Orden franciscana, donde  el nombramiento del padre Pedro  A. Más, como comisario general, hombre de carácter firme en demasía e intransigente, e incapaz de ofrecer mediaciones respecto a sus propias convicciones (lo que, posteriormente, fue causa de su remoción de parte del ministro general de la Orden),  produjo ásperas relaciones entre no pocos  frailes, ya, por otra parte, difíciles a causa del exilio forzado y de las prolongadas separaciones en las que muchos de ellos habían permanecido en tiempo de las persecuciones de parte del Estado.

En particular, varias divergencias se referían al propósito del padre Más de traspasar a poder del Arzobispo de Bogotá, sacándolos de la responsabilidad de la Orden, la cura de la parroquia de Ubaté y el cuidado de la recoleta de Sn. Diego.

P. Pedro A. Más OFM, Comisario General, quien firmó el rescripto de secularización (paso al clero secular) del Padre Almansa  


El Padre Almansa en su transición al Clero Diocesano de Bogotá. El Superior General lo autorizó para conservar el hábito franciscano hasta la muerte


El Arzobispo de Bogotá, monseñor Bernardo Herrera Restrepo, ligado ya al excelso sacerdote por lazos de alta estima y amistad,  intentó resistirse a las presiones del superior franciscano Padre Más, pero ante la insistencia de éste, y para evitar agudizar el conflicto interno de los frailes, se decidió a aceptar las antedichas propuestas. Quiso, sin embargo,  el gran arzobispo nombrar capellán de la iglesia de  Sn. Diego precisamente  al Padre Almansa, en la certeza de que su presencia garantizaría  la continuidad con la gestión precedente y pondría a disposición  de la comunidad local un sacerdote de grande autoridad moral, de indiscutible santidad de vida y de fidelidad al espíritu franciscano. El nombramiento hecho por el arzobispo llevaba la fecha del 10 de diciembre de 1897.  A  fin  de poder obrar en completa disponibilidad a las directivas del arzobispo, y lograr, al mismo tiempo, atender en justicia a las  apremiantes necesidades de sostenimiento de sus familiares, devolviendo con reconocimiento filial el dinero prestado por su madre, el Padre Almansa pidió y obtuvo  la secularización o sea el paso al clero diocesano.


Arzobispo Bernardo Herrera Restrepo (1891 - 1928). Recibió al Padre Almansa en el clero de Bogotá



La Iglesia de San Diego (la "Recoleta" de San Diego), la del Padre Almansa, desde 1897 hasta 1927

                   

De aquel día en adelante la iglesia de Sn. Diego se convirtió en el centro palpitante del apostolado espiritual y material del nuevo y santo Capellán de San Diego, quien allí, en una casa pobre  y con apenas lo necesario, pasó el resto de su vida hasta el día de su muerte. Se volvió punto de referencia de la entera comunidad eclesial de Bogotá, pues a su iglesia acudían también  fieles de toda la ciudad : hombres, mujeres, muchachos y niños, sacerdotes y religiosos encontraron en él un sincero consejero, un auxiliar discreto, un hombre de Dios caritativo, disponible y generoso. El radio de su acción, sin embargo, traspasó los límites del barrio, y la estimación y la amistad del arzobispo, así como el buen recibo que tuvo en lo íntimo de la sociedad bogotana, hicieron, ciertamente, que el nombre del Sacerdote Venerable Almansa fuese conocido en toda la capital, como lo demuestran, además, los festejos de mayo de 1916, con motivo de los 50 años de su ordenación sacerdotal. En éstos tomaron parte no sólo numerosísimos fieles, sino también en persona y, en primer lugar, el arzobispo de Bogotá, monseñor Bernardo Herrera Restrepo, el nuncio apostólico en Colombia, el presidente de la república de Colombia y un número grande y conspicuo de sacerdotes y frailes.


LA FIESTA DE SUS BODAS DE ORO EL 27 DE MAYO DE 1916 RODEADO DEL CLERO BOGOTANO Y OTROS FIELES

Se puede, con toda certeza, decir que tales manifestaciones de gozo expresaban, indiscutiblemente, una fama de santidad en vida del santo  levita, en el que venía reconocido tanto el fiel hijo de Sn. Francisco como el apóstol generoso y disponible para las necesidades de la comunidad  de la ciudad.

En la plena madurez de sus meritorios años, su físico comenzó, progresivamente, a tornarse enfermo.


El Padre Almansa en el patio de la casa cural de san Diego (1927)

La última fotografía en vida en el patio de la casa cural de san Diego (1927)

    
 La muerte le salió al paso  en la espera serena del encuentro con el Señor el 28 de junio de 1927. Tenía  casi ochenta y siete años. Las últimas palabras del sacerdote fueron, a decir de los testigos, una exhortación a continuar celebrando la práctica de las Cuarenta Horas en honor de la Virgen del Campo, a Quien,  el 2 de julio  ya próximo, se  le celebraba la fiesta, y cuya imagen él  amaba con gran ternura y fervor.

En Cámara ardiente en la Capilla de Ntra. Sra. del Campo, templo de San Diego, 28 y 29 de junio de 1927.

               
La muerte del santo sacerdote confirmó la gran raigambre que él tenía en la ciudad de Bogotá. Fotografías y testimonios dan fe de que los funerales fueron un verdadero e innegable plebiscito: decenas de miles de ciudadanos  tomaron parte  en ellos, queriendo testimoniar con su sola presencia la convicción de encontrarse en frente de un hombre que había sabido entregar su vida íntegramente al Señor, al servicio de la Iglesia y del prójimo. Vestido, por el amor y la devoción a Sn. Francisco de Asís, con el hábito franciscano,  -cuyo porte, a petición de él mismo, había conseguido el arzobispo del superior general, y que no había jamás dejado ni siquiera después de su secularización de 1897- , fue llevado desde su amada  iglesia de Sn. Diego por las calles de la ciudad a la 


Los bogotanos de todos los estamentos sociales en desfile fúnebre desde la iglesia de san Diego hacia la Catedral

Las multitudes piadosas de Bogotá acompañan su cadáver descubierto. Al lado derecho, la iglesia parroquial de Las Nieves, templo del bautismo del Padre Almansa. 

 catedral de la capital, donde, por disposición del arzobispo, tuvieron lugar sus funerales. Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, desde su lecho de enfermo, dio encargo a su arzobispo coadjutor, el Siervo de Dios  Ismael Perdomo Borrero, de efectuar sus honras fúnebres.



       

 La Catedral Primada de Bogotá, donde se ofició su funeral

El Arzobispo de Bogotá (hoy Siervo de Dios), Ismael Perdomo Borrero, presidió el Funeral


Los Restos Venerables del Padre Almansa en la iglesia de San Diego

      
      
De la catedral, con el catafalco descubierto, su cadáver fue llevado, en impresionante y multitudinaria marcha por las calles, al Cementerio Central  de Bogotá. De allí, el 4 de diciembre de 1980, por orden del Cardenal Aníbal Muñoz Duque, los restos mortales, tras reconocimiento canónico, fueron llevados a la Iglesia de Sn. Diego, donde reposan hasta hoy.

El ministro de Dios manifestó en su vida una profunda radicalidad en las verdades de la fe católica y dio testimonio de ellas  en un tiempo difícil, con gran heroísmo, sacrificio  y determinación. A través de su figura, es posible leer la historia de una Iglesia perseguida, que, silenciosa, pero  altivamente, humildemente,  pero con dignidad y fortaleza, se levanta en su  pura esencia, fundándose únicamente en Cristo y en su promesa de  amor por la humanidad.

El Padre Almansa fue, en primer lugar, un enamorado de Dios: habiendo crecido en una familia fuertemente ligada a los valores tradicionales, orientó su vida a la familia franciscana, a la que entregó su corazón y su juventud, en la convicción de que la llamada del Señor a la vida sacerdotal, sentida ésta por él desde pequeño, podría encontrar en la Orden Seráfica su mejor realización. Su pertenencia  a la orden  fue total, vivida con sacrificio y entusiasmo: siguiendo las huellas del Seráfico, la pobreza en la medida más radical, y  no dudó en seguir la voluntad de Dios, cuando las leyes anticlericales lo colocaron de frente a la escogencia dolorosa del abandono de su ciudad y de sus seres queridos.

Su fe se centró principalmente en Cristo, a quien contempló  en la dimensión del sufrimiento salvífico, pero  también  en la  de la  gloriosa resurrección. Se nutrió, en forma particular, de la Eucaristía, que fue el centro de su vida sacerdotal y el alma de su ministerio presbiteral. En la Eucaristía encontró la fuente de su fuerza,  el corazón  palpitante de su religiosidad, la parte central de sus iniciativas: su actuar, de  hecho, no estuvo  nunca privado de una perspectiva espiritual y, al mismo tiempo, su espiritualidad no se mostró jamás desencarnada de la realidad de su tiempo.

Conjuntamente con la Eucaristía, este sacerdote tuvo una inmensa  y muy tierna devoción hacia la Santísima  Virgen, a quien contempló como a la Madre de Dios, de la Iglesia y de la humanidad. No  dejó de manifestar abiertamente su piedad hacia Ella, a través de la cual  supo hablar a los hombres y a las mujeres de su tiempo, penetrar  en sus corazones, infundiendo y reforzando en ellos la fe. La Madre de Dios, en su peculiar devoción de Nuestra  Señora del Campo, en el interior de la iglesia de Sn. Diego en Bogotá, constituyó el centro neurálgico de su acción pastoral, en  los varios ministerios a los que fue asignado,  en el curso de su vida. Su amor por Ella se destaca como una de las páginas  más  intensas y vivas  de su espiritualidad.

Un abrazo tierno a la antiquísima  y tan venerada imagen de la Virgen del Campo en el Camarín propio de Ella en la iglesia de San Diego.


Obviamente, el Padre Almansa amó a Sn. Francisco, de cuya orden religiosa quiso siempre llevar el hábito, aún después de la necesaria, aunque en el fondo dolorosa, secularización, a través de la cual pasó al clero secular. El recurso al indulto de secularización, obtenido también gracias a la afectuosa y paternal mediación del arzobispo de Bogotá, no significó jamás para él  una renuncia a su adhesión radical al franciscanismo: de hecho, la espiritualidad franciscana fue el denso núcleo del  cual se derivaron sus acciones apostólicas, y que constituyó un elemento unificante y orgánico de su multiforme personalidad.

Junto con otras  devociones, el Padre Almansa amó tierna y profundamente a la Iglesia, cuyos sufrimientos soportó en primera persona y cuya gloria buscó con intensidad y sacrificio. Amó a  la Iglesia en las personas de sus  superiores religiosos, de los obispos y arzobispos, a cuyo servicio fue llamado: la amó, sin embargo, sobre  todo,  en  la persona del papa, tanto que su encuentro con León XIII  puede bien caracterizarse como una de las manifestaciones más explícitas de su sentido eclesial.

Inmerso en la oración, dotado de una fe indestructible, el Padre Almansa se ancló, notablemente en las dificultades, en la virtud de la esperanza, la que supo ejercitar con realismo, orientando su vida a los bienes eternos. Confiado en la  providencia divina, alimentó la esperanza  de poder  dar nuevo vigor, con su acción, a la presencia cristiana en la sociedad, y se propuso esta finalidad con celo ardiente, amplia confianza e intachable valentía.

La fe y la esperanza alimentaron y  llenaron de vigor la gran caridad del Padre Rafael Manuel Almansa, quien amó a Dios y al prójimo  con total donación y dedicación. Su ministerio sacerdotal se enriqueció de una tonalidad particular de empeño volcado al mejoramiento  de las condiciones de vida de sus semejantes, en la certeza, precisamente en aquellos tiempos en que la Rerum novarum reclamaba que ya la Iglesia no podía desinteresarse de las cuestiones materiales de la vida de los fieles y que la dignidad  de la persona humana debía ser, consecuentemente, salvaguardada.

Fuerte, prudente, justo y temperante, el santo sacerdote vivió y experimentó también las virtudes propias  de la vida religiosa: fue pobre, obediente, casto y humilde. Su vida, en esta dirección, en  el tiempo complejo y difícil por el que hubo de atravesar, fue también manifestación de la vitalidad y actualidad de las tomas de posición radicales por el Evangelio. Los consejos evangélicos encontraron en él un ardoroso y convencido intérprete, y su fructuoso testimonio se convirtió en  la expresión  más convincente y segura  de la fértil densidad  y de la perennidad de su heroica vida cristiana.

    
                  

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GUÍA CRONOLÓGICA
  

1840: 2 de agosto, nace en Bogotá el Padre Almansa.  3 de agosto, es bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves.  

1841:  El Padre Almansa se ve afectado por una grave enfermedad; sus padres lo recuperan con la imposición del hábito de San Francisco de Asís.

1851:  El Padre Almansa, por tarde en este año recibe su Primera Comunión. Vive en estrecho contacto con los Frailes Menores y frecuenta las escuelas elementales.

1859:   23 de junio,  el Padre Almansa es admitido como novicio en el convento de Bogotá.

1864:  Noviembre, en los “actos literarios del Colegio del Seráfico Doctor San Buenaventura”, participa también el Padre Almansa en calidad de seminarista.

1865:   Abril, el Provincial de los Frailes Menores pide carta dimisoria al Arzobispo de Bogotá para ePadre Rafael Almansa.   Noviembre, de nuevo, en los “actos literarios del Colegio del Seráfico Doctor San Buenaventura” participa el Padre Almansa.

1866:  5 de enero,  el Padre Almansa consigue el certificado de aprobación como minorista en latín y teología moral.   18 de abril, Cartas Dimisorias del arzobispo de Bogotá al obispo de Nueva Pamplona en favor del Padre Almansa.   Abril, recomendaciones del provincial de los Frailes Menores de Santa Fé al obispo de Nueva Pamplona en favor de los Frailes que se dirigen a aquella diócesis.   17 de mayo: petición del Padre Almansa para recibir las órdenes mayores de manos del obispo de Nueva Pamplona.   21 de mayo,  el Padre Almansa presta juramento de pertenecer y someterse a la autoridad del obispo de Nueva Pamplona.   12 de septiembre,   el Padre Almansa suplica al obispo de Nueva Pamplona poder ayudar a su madre.

1867:  15 de enero, súplica de los habitantes de Bucaramanga al obispo de Pamplona para que no cambie de esa ciudad al Padre Almansa.   17 de enero,  súplica de 80 señoras de Bucaramanga al obispo para que no cambie de esa ciudad al Padre Almansa.   30 de septiembre,  súplica del Padre Almansa al obispo para que él pueda ir a visitar a su familia; el obispo le niega el permiso.

1870:  25 de abril,  Carta del Padre Almansa al obispo de Nueva Pamplona para poder él ir a visitar a su familia.

1872:  10 de diciembre,  Testimonio del Párroco de Bucaramanga, quien certifica cómo el Padre Almansa ha sido su coadjutor desde su ordenación sacerdotal en 1866.

1874:  11 de febrero,  Carta del Padre Almansa al obispo para obtener cartas dimisorias para irse a la Arquidiócesis de Bogotá.   15 de abril,  muerte del Párroco de San Laureano, Francisco Romero.   31 de agosto,  petición al obispo de Nueva Pamplona de 114 señoras de Bucaramanga para conservar al Padre Almansa como coadjutor de la Parroquia local.   P. José Alejandro Peralta es nombrado Párroco de San Laureano en Bucaramanga.

1877:  30 de agosto, el Padre Almansa suscribe la Carta del nuevo obispo de Nueva Pamplona contra la ley de inspección de cultos.

1879:  12 de febrero: Carta Circular del Vicario General de la Diócesis de Nueva Pamplona, en la cual informa del alejamiento del obispo.   Mayo,  Carta del Vicario Provincial de los Frailes Menores de Nueva Granada, Fray Vicente Garay, que impone al Padre Almansa presentársele.   9 de mayo, Carta del Padre Almansa al Vicario Foráneo, acompañada de permiso del obispo, con la cual pide el permiso de ir a Bogotá a donde sus superiores.   12 de mayo,  Carta Circular del Vicario General de la Diócesis de Nueva Pamplona que informa del regreso del obispo.   14 de junio, el Padre Almansa informa al vicario general de Nueva Granada sobre su retorno definitivo a la Provincia Franciscana de Bogotá.

1880:  4 de octubre,  convocación de todos los Religiosos Franciscanos para el capítulo provincial: deben encontrarse en Bogotá antes del 6 de enero de 1881.

1881:  Enero,  compilación de las tablas del capítulo provincial de los Frailes Menores: es citado también el Padre Almansa.  2 de febrero,  el Padre Almansa se despoja de todos sus haberes delante del visitador,  P. Gregorio Pinilla.   17 de agosto,  el Padre Almansa pide al Ministro General poder llevar algo especial en la cabeza.   9 de octubre,  firma con otros frailes de Bogotá una carta al Ministro General de los Frailes Menores.

1882:  19 a 26 de septiembre,  Carta del Padre Virgilio Rodríguez, en nombre del provincial  al Padre Almansa para expresar delante del delegado de la Santa Sede la voluntad de seguir la vida común.  Respuesta positiva del Padre Almansa.

1883:  8 de octubre,  Carta del Padre Almansa al Ministro Provincial para que le sea asignado un puesto actual para desarrollar su ministerio.

1887:  5 de febrero,  el Padre Almansa pide al provincial ser exonerado del cargo de maestro de novicios.   26 de diciembre,  Carta al comisario visitador general, P. Bernardino González: entre los firmantes está también el Padre Almansa.

1889:  “Status” local y personal de la provincia de San Juan Bautista en Colombia: es mencionado también el Padre Almansa.

1891:  26 de enero,  Carta de cinco Frailes al Ministro General, en la que piden que se reestablezca en el Convento Máximo y en los Conventos Menores el antiguo orden y régimen establecido y aprobado por el visitador Padre Cortés.   El primer firmante es el Padre Almansa.

1892:  22 de junio,  cuadro de nombres de la Provincia Franciscana en Bogotá.   El Padre Almansa es nombrado vicario de la casa.   11 de diciembre,  nuevo ofrecimiento de la campaña llamada María de San Antonio en presencia del arzobispo, del Padre Almansa y de otros frailes.   La campaña es un obsequio del Padre Almansa.

1893:  Octubre, Actas del Capítulo Provincial. El Padre Almansa firma como definidor de la provincia.   5 de octubre,  Carta al Ministro General en la cual varios frailes atestiguan el legítimo abandono del capítulo.   8 de octubre,  actas de la visita del Convento Máximo de la Provincia Franciscana de Bogotá de parte del visitador Padre Mariano Arbós.

1894:   25 de enero,  Carta de muchos frailes de la provincia de Bogotá al Ministro General.  Aparece también la firma del Padre Almansa en calidad de definidor.   24 de junio,  Carta del Ministro General Padre Luis de  Parma para la celebración de la congregación general para celebrarse en 1895.   26 de julio,  noticia de prensa sobre el centenario de la consagración al culto del Templo de San Francisco: se nombre al Padre Almansa.   2 de agosto,  el Padre Almansa hace reparar y embellecer el altar de Cristo a la entrada por el coro en la Iglesia de San Francisco:  hace colocar también la imagen del Arcángel San Rafael.   Organigrama de la provincia de los Frailes Menores de la Observancia de San Francisco en la República de Colombia bajo la protección de San Juan Bautista.   La revista Acta Ordinis Minorum publica las disposiciones para la secularización de los Frailes Menores.

1895:  1 de junio,  elenco según el orden de precedencia de todos los provinciales y vocales participantes en la congregación general.  7 de agosto,  el Padre Almansa es autorizado a celebrar en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia.   12 de agosto,  noticia del periódico El Imparcial: llegada a Madrid del Padre Almansa y del Padre Virgilio Rodríguez: narración de la permanencia en Madrid y de su viaje a Toledo.   2 de octubre,  invitación a las cuarenta horas de parte de la comunidad de San Francisco de Bogotá.   8 de octubre: noticia en la prensa sobre la fiesta religiosa de San Francisco: bienvenida al Padre Almansa y al Padre Virgilio por su viaje a Europa.   20 de noviembre,  Carta de Fray Rafael a una señora: se habla del Padre Almansa.

1896:  25 de febrero a 20 de marzo,  agradecimiento de un periódico al Padre Almansa por la colocación del reloj en la torre de la iglesia  de San Francisco.   19 de marzo,  colocación en la torre en la iglesia de San Francisco de un reloj, gracias al empeño del Padre Almansa.   29 de agosto, Sepultura en la iglesia de San Francisco del cráneo del virrey José Solís Folch y Cardona, benefactor, trasladado del cementerio: iniciativa del Padre Almansa y del ministro de instrucción pública.   Octubre, festividades religiosas organizadas por el Padre Almansa.

1897:  9 de enero,  nombramiento del Padre Pedro A. Más como comisario general de la provincia de los Frailes Menores en Bogotá.   6 de abril,  el Padre Almansa firma una declaración relativa a algunas demostraciones ocurridas en 1837.   4 de mayo,  el Padre Almansa firma un acta del definitorio provincial como definidor.   24 de agosto,  petición del Padre Almansa al comisario general para su secularización.   25 de agosto,  petición del Padre Almansa enviada al ministro general para su secularización.   27 de agosto,  Carta del Padre Almansa al comisario general: tres razones para insistir sobre su petición de secularización.   2 de septiembre,  el comisario Padre Pedro A. Más cede al arzobispo de Bogotá la cura de la Iglesia de San Diego.   19 de octubre,  Carta del Padre Almansa al comisario general sobre su secularización.   20 de octubre,  el arzobispo de Bogotá acogerá al Padre Almansa en su clero.   15 de noviembre,  SECULARIZACIÓN  DEL PADRE ALMANSA.  17 de noviembre Carta del Padre Pedro A. Más sobre el estado deplorable de la provincia.   Diciembre,  carta en la prensa con muchas firmas que lamentan la separación del Padre Almansa de la iglesia de San Francisco.

1898:  1 de enero,  el comisario general de los Frailes Menores pide diligenciar lo que se pueda para que la Santa Sede conceda al Padre Almansa el permiso de secularización perpetua.   14 de marzo, carta del arzobispo de Bogotá al comisario general acerca del permiso obtenido por el Padre Almansa, del ministro general, para continuar llevando el hábito franciscano.   Junio,  el Padre Almansa, en calidad de capellán de la iglesia de San Diego, hace estampar una invitación para la fiesta del 2 de julio.   27 de junio,  SECULARIZACIÓN PERPETUA (paso al clero secular) del Padre Almansa concedida por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares.   13 de octubre,  las Cuarenta Horas en la iglesia de San Diego de Bogotá organizadas por el Padre Almansa.

1899:  9 de abril, el Padre Pedro A. Más comunica que el delegado apostólico obliga a colocar el noviciado en Medellín.   14 de mayo, el Padre Pedro A. Más pide su renuncia espontánea de comisario general.   15 de mayo,  el ministro general exonera al Padre Pedro A. Más del cargo de comisario general.

1900:  15 de noviembre,  protesta del capítulo metropolitano contra una declaración del periódico El Conservador.

1911:  25 de diciembre, carta del Padre Almansa al doctor Eduardo Restrepo Sáenz, residente en Lima, Perú.

1916:  27 de mayo, festejos por el quincuagésimo aniversario de la ordenación  sacerdotal del Padre Almansa. 28 de mayo,  30 de mayo, 31 de mayo, 15 de junio, 28 de junio, 3 de julio. Noticias de los festejos por los cincuenta años de ordenación.

1927:  28 de junio, muerte del Padre  Rafael Manuel Almansa Riaño.   29 de junio, 30 de junio, 1° de julio, 2 de julio, 16 de julio, todas las noticias sobre la muerte y los funerales del Padre Almansa.

1997:  1º de febrero, se clausuran los procesos arquidiocesanos de Virtudes Heroicas, Fama de Santidad y Presento Milagro.

1997:  Febrero, El Arzobispo de Bogotá, Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, autoriza llevar a Roma dichos procesos.


1997: Febrero, los procesos anteriores son consignados en la Congregación de las Causas de los Santos en Roma.

1999:  5 de junio, La Santa Sede emite el decreto de apertura de los procesos. El Padre Almansa es SIERVO DE DIOS.

       2016: 10 de mayo, el Santo Padre Francisco firma los decretos que declaran la Heroicidad de las Virtudes del Siervo de Dios Rafael Manuel Almansa Riaño y su Fama de Santidad. El Padre Almansa es declarado VENERABLE por el Papa.



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